Gastronomía veraniega en Castilla y León

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Sopas frías, ensaladas de legumbres con un toque regional y vinos refrescantes son los platos estrella de la oferta veraniega de la región

La gastronomía veraniega en Castilla y León representa frescura, tradición y sabor. Durante los meses más cálidos, la cocina castellano-leonesa ofrece una variedad de platos ligeros y deliciosos que celebran la gastronomía regional sin renunciar al placer de la buena mesa.

Sopas frías con identidad regional

Aunque el gazpacho predomina en muchas mesas de verano, la creatividad en Castilla y León transforma las recetas tradicionales en platos perfectos para el calor. La sopa fría de ajo con uvas, con su sutil dulzor y el aroma del aceite de oliva virgen extra, es una sorprendente reinvención. También cabe destacar la crema de melón con lonchas de jamón de Guijuelo, una exquisita combinación de diferentes texturas. O el salmorejo a la leonesa, adaptado a los gustos locales con pan tradicional y una pizca de pimienta.

Ensaladas con Denominación de Origen

La gastronomía veraniega en Castilla y León también destaca por sus ensaladas, centradas en las legumbres con Denominación de Origen. Los garbanzos de Fuentesaúco se combinan con bacalao y verduras para una receta fresca y saciante. Las lentejas de La Armuña se combinan con queso fresco y verduras para un plato equilibrado. Y para quienes prefieren algo intenso, los pimientos de Fresno-Benavente con queso azul de Valdeón y nueces son imprescindibles.

Encurtidos que conservan la esencia

Los encurtidos son otro plato estrella de la gastronomía veraniega en Castilla y León. El atún en escabeche suave con pimientos del Bierzo o la perdiz en escabeche tradicional son platos fríos que conservan todo su sabor, ideales para compartir o como acompañamiento de ensaladas.

Vinos para refrescar el paladar

La región ofrece una selección de vinos que maridan a la perfección con estos platos. Los vinos blancos de Rueda, frescos y con un toque alimonado, son excelentes con platos ligeros. Los vinos rosados de Cigales son intensos y versátiles, mientras que los tintos jóvenes del Bierzo o Arribes del Duero se disfrutan también fríos gracias a su ligereza y aromas afrutados.